SICILIA 4 (TAORMINA)


Desde pequeña soñaba con venir a Taormina. Yo pensaba que era por un libro que leí que se llamaba La historia de Saint Michele pero, ahora que he estado mirando a ver si lo encuentro para releerlo, descubro que esa historia pasa ¡en Capri! De manera que no sé de dónde me vino esa idea de Taormina. Suponía que me iba a decepcionar, mi amiga Reyes me advirtió "es como Lloret", pero yo tenía que verlo. Por suerte la primera impresión fue bonita. Nuestro  Grand Hotel Baia Taormina (reparen en el adjetivo) está en un monte sobre el mar. El jardín está lleno de adelfas, higueras, palmeras y buganvillas moradas.
Así imaginaba yo Taormina
Bueno, suerte de esa primera impresión porque, aunque se intuye que fue un pueblo precioso y es posible que aún lo sea en invierno, ahora es un hervidero de turistas paseando por calles comerciales que venden cosas horrendas. Bares, trattorias, gelaterias... Todo abarrotado. Es una pena porque hay edificios muy bonitos y las vistas son maravillosas.
Por lo tanto, nos dedicamos a descansar, ir a la playa --que es maravillosa, de esas con aguas cristalinas--, leer y descansar.
Una cosa a destacar es la hermosa amistad que empezó entre il mio marito y el conductor de la furgonetilla que nos bajaba a la playa. ¡Giulio! --dijo él--come Giulio Iglesias. ¡Luciano! --contestó Giulio-- como Lucky Luciano. A partir de ahí mantenían largas conversaciones paralelas, en plan "de dónde vienes, manzanas traigo", pero se veía que había aprecio.

 Vistas lejanas, las únicas aceptables
Atardecer en Taormina
 Otra cosa buena de este viaje es que he descubierto un campo profesional para el que estoy dotada: la decoración de hoteles. No es que crea que tengo un gusto excepcional, pero estoy segura de que nunca, bajo ningún concepto colocaría lámparas con base en forma de piña y pantalla decorada con obispos montados en burro. Y almohadones a juego. Lo juro.

Lámpara horripendi
Almohadoni a juego