MONAS FARÓNICAS V (MONA JACINTA)


Esta va a ser la última entrada porque tampoco soy Marco Polo y sé que os empezáis a hartar de Egipto. La primera impresión de El Cairo es ruidosa, gris, fea y hostil. Todo está "escarallado" que diría Leo Caldas, roto o a medio construir.
Parece una ciudad después
de un bombardeo
Al final tengo una impresión extraña de la ciudad. No sé si me gustó o no. Es interesante y digna de ver, pero es pobre, sucia y descuidada. Por ejemplo, el Museo de Arte Egipcio es una maravilla, hay tantos tesoros que te llevaría un mes verlo bien, pero está desordenado, con cajas por medio, pintan algunas salas echando un plástico cutre sobre las estatuas... pero luego ves los tesoros de la tumba de Tutankamón( cómo tuvo que alucinar Carter!), al escriba mirándote fijamente con ese aspecto tan real, y vas consultando guías y libros perdido ante tanta maravilla. Están construyendo otro museo cerca de las pirámides, pero como no se den prisa van a transportar escombros.
Librería peculiar

Curioseamos por el mercado de Jalili (Pseudomona le llamaba Kinkalla) y después de quitarnos de encima a cientos de pesados, encontramos el callejón Midaq, el del libro de Naguib Mahfuz. Entré en una mezquita de las de culto, no de las monumentales para ver qué tal era. La zona de las mujeres era como un club social, había niñas haciendo los deberes, chicas hablando por el móvil, mujeres leyendo el Corán, otras charlando. Daba muy buen rollo, la verdad, muy poco sagrado.
El escriba

En general, los egipcios me han parecido muy marrulleros: aparte del consabido agobio al turista, se pasan el día discutiendo entre ellos, me daban una sensación de poca eficacia (siempre hay cinco personas para vender un peine).
La mona es sagrada

Nuestra vida mejoró mucho cuando conocimos a Mustapha, nuestro taxista de cabecera, nos llevó sanos y salvos por todo El Cairo, nos esperaba, volvía a buscarnos. Su taxi era una tartana, ponía todo el rato unas músicas o rezos un poco soporíferas, pero era súper amable y hacía grandes esfuerzos para comunicarse con nosotros, aunque creo que nuestras conversaciones eran un poco "¿de dónde vienes? manzanas traigo". 
En la parte de atrás del barrio copto paseamos por uno de los barrios más pobres que hemos visto.
Paisana con fardo
Niños rebuscando en las basuras, sucios, con la cara llena de mocos y una sensación de miseria terrible.

El último día visitamos la Ciudadela que tiene unas vistas preciosas de la ciudad. Después, Pseudomona se empeñó en comprar la tapa de unas cajas de papiro que utilizan para transportar cosas, flores etc.. Lo que en catalán denominamos una "andrómina". Le hizo un dibujo al pobre Mustapha que alucinaba pensando "están locos estos turistas..." Hubo un gran esfuerzo por ambas partes: Pseudomona hizo como un jeroglífico, comenzó dibujando el papiro planta, luego la caja y por fin la tapa. Mustapha nos llevaba a floristerías y sitios donde pudieran venderla, pero no lo conseguimos (gracias a Alá).
Lo único bonito
de nuestro hotel

Tengo que reconocer que Pseudomona está dotado para el mundo árabe: se ha aprendido los números, domina el jeroglífico y ha progresado mucho en pronunciación. Dice lalalalalalala como nadie. Alá me ha bendecido con un marido sabio. 
Cogí unos panfletillos en una mezquita de "Introducción al Islam" y "Significado del hiyab" (estaban en un montón de idiomas) que no contribuyeron a mejorar mi comprensión del mundo islámico.
En nuestro hotel había bastantes huéspedes de Emiratos Árabes y Arabia Saudí. La mayoría de mujeres llevaban niqab.
Vista desde
la Ciudadela
Yo moría por ver cómo desayunaban con semejante atuendo. No es práctico, meten la cuchara por debajo de la cortinilla. Un pringue, ya te digo. Por la calle también se ven bastantes mujeres que lo usan, otras llevan el hiyab y otras van a la occidental, con minifaldas y maquilladas (serán coptas...)

Vamos a organizar otro viaje, esta vez en faluca por el Nilo y con estancia de un mes en el Museo de Arte Egipcio. Os recomiendo mucho el viaje, con todas sus cosas, es un país de