Esta es una de esas novelas que te cogen por sorpresa. Una novela pequeña, de un autor que no conoces y con un título que no te gusta. Nunca la hubiera cogido en una librería. Se la regalaron a Pseudomona, al que gustan tan pocas novelas como películas, y le encantó. Eso me animó a leerla. Es preciosa, una pequeña maravilla. La muerte de Juan Salvatierra deja a sus hijos ante una extraña herencia: un mural de más de cuatro kilómetros. Mientras piensan qué hacer con el legado, descubren que falta un rollo. La búsqueda les descubrirá cosas desconocidas de su padre y su familia. Esta escrita con sencillez, pero rebosa poesía. Pienso seguir la pista de Mairal y os recomiendo vivamente que hagáis lo mismo.
