LOS DETECTIVES PERDIDOS (MONA JACINTA)


¿Qué se puede esperar de una escritora que en sus libretas de notas apunta cosas como estas?

-Saltarañas y mosquimontes.

-Lluvia catarata y lluvia pajarito.

-Esos libros que te sacan de apuros como navajas suizas.

-Eres los más espirituoso a este lado del Támesis.

-Entró en su vida como un puñal clavado en el pecho de un tomate.

-Kafka poseía una extraordinaria habilidad para proyectar en la pared sombras con las manos.

-Esas personas diabólicas, casi contumaces, que dejan en los ceniceros los corazones de las manzanas.

-Problemas de salacots.

-"Muérdeme, Mordecai".

-El cadáver de Eva Perón.


Pues locuras, que es lo que a mí me gusta. Tengo que aclarar que con Leticia Sánchez Ruiz me persiguen las confusiones: primero la confundía con Leticia Costas (todas las escritoras se llaman Leticia o Susana) y ahora pensaba que había comprado el segundo de la serie Oficina de peligros. Los detectives perdidos me parecía un buen título, pero no. Creo que Leticia Sánchez lo hace para confundirme. Este libro está mucho más en la línea de La biblioteca de Max Ventura. Como la portada indica es como un juego de muñecas rusas: un detective que se llama  Alfredo Casares Biel acude a la agencia de detectives Rosales para que encuentren a su novia desaparecida. Andrea Cosano desaparecíó sin una explicación y llevándose dos abrigos. A partir de ahí se crea un círculo de detectives de todas las clases que se esforzará por hallar a Andrea y tendrá qu pedir ayuda a otros compañeros. Un caleidoscopio de aspectos de la desaparecida y de los detectives. Referncias literarias, juegos, luces y sombras. A Leticia Sánchez Ruiz le gusta jugar y consigue siempre fascinarnos.