
Esta es la segunda novela de Pablo Alaña y, sin embargo, da la sensación de ser la obra de alguien mucho más experimentado. Es una historia narrada en dos tiempos. En 1975, Daniel vivió una experiencia traumática que cambiaría su vida: su padre asesinó al dueño de la fábrica en la que trabajaba. En el año 2007, Daniel es un abogado que trabaja en un prestigioso bufete y evita totalmente visitar su pueblo, Reinosa. Su vida personal no pasa por un buen momento, entra en crisis y decide volver a Reinosa a visitar a su abuela y a su hermano. Un pequeño detalle le llevará a cuestionarse qué pasó realmente en el año 75. Quizás exista la posibilidad de que la investigación no fuera correcta, pero con una confesión y un suicidio no parecía necesario buscar nada más. Cuando comienza a remover el asunto, hay gente que no está nada contenta, pero Daniel no puede parar, necesita saber para poder sanar. Las dos épocas se van entrelazando, vemos la historia desde los ojos de un niño y de un adulto y nos entran tantas ganas de saber como al protagonista. Tiene muy buen ritmo y los personajes están bien dibujados. Otro autor al que seguir.