
No sé para qué leo a Paul Auster, porque luego me dan ataques de envidia. Me recuerda a una cosa que dijo mi hijo cuando era pequeño. Su hermana contó algo gracioso en la mesa y todos nos reímos. A él le dio muchísima envidia y preguntaba "¿qué es lo que saca gracia?". Quería descubrir el mecanismo del humor y le frustraba mucho no conseguirlo. Pues eso me pasa a mí cuando leo a Auster (y a algunos otros autores). Leo y releo, intentando ver qué es lo que hace sus libros tan perfectos. Da igual lo que cuente, cada frase es la apropiada y yo pienso, ¿cómo lo hacías, Paul? Aquí nos cuenta historias que se meten unas dentro de otras. Un famoso escritor recibe una carta de un amigo al que hace años que no ve. Este le cuenta que está gravemente enfermo y le envía una parte de una novela autobiográfica. Vamos entrando y saliendo de la historia del amigo y también oímos las voces de algunos de los personajes que aparecen. La verdad y la mentira, las relaciones y los amores se entrelazan con la elegancia que caracteriza al autor. Y encima era guapo. El reparto de dones es muy injusto.