NATIONAL GALLERY


National Gallery  (180 minutos.)

Frederick Wiseman

Es poco convencional que se estrene en salas comerciales una película de género documental, y menos si supera los 120 minutos de duración. Nos felicitamos de que National Gallery sea una de ellas. Documental y 180 minutos son dos razones que mantendrán a más de una aspirante a mona lejos de las salas. Ellas se lo pierden. Frederick Wiseman es uno de los más grandes y reconocidos autores de cine que se ha labrado un prestigio bien merecido a través de su filmografía en el campo documental. En el caso de su última película, no traiciona en absoluto su estilo que le ha llevado a ser objeto de estudio de todas las escuelas de cine del mundo. Muchos etiquetarán esta película como cine directo americano, un sambenito del que Wiseman, siempre que ha tenido ocasión, ha querido desmarcarse. National Gallery es una gran película, a secas, sin necesidad de más adjetivos. 



Además de dirigir, Wiseman suele montar sus películas y, algo mucho más inusual, graba el sonido directo. Imaginamos al bueno de Frederick recorriendo cada rincón de la National Gallery en busca de los sonidos más comunes y también los más extraños. Así ha hecho un trabajo exhaustivo que nos descubre los entresijos de la gran institución británica. Ese algo que hay por detrás, eso tan difícil de ver que lo hace funcionar.

Wiseman consigue llegar al alma de la National Gallery. Pone a dialogar al arte con el público y el juego de muñecas rusas sigue en los ojos de quienes vemos la película. Rueda plano contra cuadro y emergen decenas de diálogos posibles. Conecta a los autores y las personas retratadas en cuadros de más de 500 años de antigüedad con el turista de hoy. En definitiva, hace visible y audible lo que, en principio, está velado y es inaudible. Y como siempre, aunque en esta película mucho menos apreciable que las anteriores, lo hace de forma crítica. En National Gallery, esa crítica corrosiva a la que nos tenía acostumbrados se ha tornado en tímido y fino humor. O tal vez sólo se lo parezca a esta mona, ¿quién sabe? Frederick Wiseman sabe.