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B
Director David Ilundain
80 minutos.
Intérpretes: Pedro Casablanc, Manolo Soto

Aunque con algo de retraso, esta mona escribe esta crítica muy necesaria para una película más necesaria aún. Si el 2014 fue el año de Ciutat Morta, el 2015 fue el año de B. De nuevo el cine recoge un caso político, de nuevo el funcionamiento del Estado en el centro de gravitación del guión. De nuevo una cierta vocación por documentar nuestro pasado reciente. Y como Ciutat Morta, de nuevo el sistema levantando obstáculos para impedir que la película llegue a los espectadores. Lo inédito en el caso de B, es que por fin abre una vía muy fresca de cine de juzgado en España. No es la primera, ni mucho menos, pero sí la más renovadora. B mira a los juzgados sin complejos, sin prejuicios, sin imitar las fórmulas que llegan de fuera para convertir los procesos judiciales españoles en lo que no son.


Pilar Miró se quejaba del difícil encaje que tenían las estructuras judiciales del país en el relato cinematográfico. Pues bien, B viene a contradecir a Pilar Miró. B es una gran película. Como también es una gran película de juzgado. Precisamente porque no pretende disfrazarla de lo que no es; porque acepta al proceso judicial como es, con sus virtudes y sus defectos. Lo que le aporta B al cine judicial es la mirada, el acento. Simplemente. Parece poco, pero es todo lo que necesita. Toda buena ficción tiene una vocación documental, y B la tiene. Todo está al servicio de la historia. La película nace de una obra de teatro previa y ésta, de un interrogatorio del juez Ruz a Bárcenas. La película fluye, se ve como un tiro.

Aún es posible verla en una sala de cine, aunque el camino no es fácil, así que nos sumamos a la campaña por querer verla en la TV, esperando que alguna cadena recoja el guante. Mucho nos tememos que no. Los medios tradicionales de este país cada vez son más parte del problema que de la solución.