LA NIÑA DEL RINCÓN (MONA JACINTA)


Hace unos días me detuve a ver un video en Instagram donde una mujer relataba un pasado aterrador de su estancia en un reformatorio tutelado por las Adoratrices. Me sorprendió porque la mujer era de mi edad y contaba unas cosas del Patronato de Protección a la  Mujer (¡qué nombre más irónico!) que yo hubiera supuesto de épocas muy anteriores. De pronto, al leer la nota al pie del video, me encuentro con que la mujer era Consuelo García del Cid, compañera mía de colegio hasta los diez años. El corazón me dio un vuelco. ¿Consuelito? ¿Aquella niña vivaracha y graciosa, flaca como un fideo había pasado por eso? No me lo podía creer. La empecé a seguir por Instagrama y, confirmado que era mi compañera, me compré este libro donde cuenta su historia. Es desgarrador. Una joven que hizo cosas como yo hacía, que iba a la manifestación por la muerte de Puig Antich, a la que le gustaban el Zurich, la Enagua o el Marsella como a mí, que sentía una rebeldía contra el ambiente en que nos educamos como yo, ¿cómo era posible? Tuve más suerte o disimulé mejor, pero sus pecados no tenían nada de particular. Recuerdo que a casa llegó una multa a nombre de mi hermano por besar a su novia en el parque. Consuelo ha sufrido muchísimo, tiene de esas heridas que dejan cicatrices permanentes, pero ha sabido utilizar su rabia para trabajar en la denuncia del Patronato, del maltrato continuado a jóvenes y adolescentes, del robo de bebés, y sigue escribiendo y luchando incansable. Las desterradas hijas de Eva es otro de sus libros, este como ensayo, donde se denuncia esta historia. La memoria histórica tiene muchos asuntos pendientes.