ENTREVISTA EXPLOTA EXPLOTA


Como buenas monas reporteras y refitoleras, nos colamos entre la prensa para entrevistar al equipo de Explota, explota, el musical que nos hizo cantar y bailar al son de Raffaella Carrà, plan que recomendamos a todas nuestras monas seguidoras. Os dejamos con el director, Nacho Alvarez y parte del elenco principal: Ingrid García-Jonsson, Natalia Millán y Fernando Tejero.

 


Fernando, ¿cómo ha sido lo de volver atrás en el tiempo y formar parte de lo que fue historia de la televisión, de explorar lo que fue la televisión en esos últimos coletazos del franquismo?

Fernando Tejero: Ha sido muy divertido por un lado y amargo por otro. Yo me leí un libro que os recomiendo, que se llama: ¿Quién te ha visto? ¿Quién TVE? Cuenta anécdotas de Televisión Española y es maravilloso. Hay anécdotas muy graciosas sobre cómo se manejaban con todos los impedimentos del mundo.

No tiene nada que ver cómo se realizaba un programa de la época, a cómo se realiza ahora. Tuve la suerte de estar con un realizador que había vivido las dos épocas y me explico un poco cómo era antes.

Respecto a mi personaje, no deja de ser un tipo con abuso de poder y que se aprovechaba de una situación que lamentablemente está normalizada. Al principio, pensé, qué miedo, porque claro, no lo podía juzgar, porque si no, no lo podía interpretar. Lo trabajé desde un enfermo, un tipo que pensaba que las mujeres lo habían maltratado y él tenía que devolvérselo de alguna forma.

Que, aunque hubiese sido así, no tiene que ser así. Cuidado, que quiero aclarar esto.

Pero yo tenía que agarrarme a algo para no juzgarlo.

Y de hecho, hay una secuencia en la que yo le meto mano a Ingrid y cuando cortábamos, yo me ponía a llorar como un niño pequeño porque me sentía sucio y porque sentía que, lamentablemente, estaba representando a muchísimos personajes así de la época.

Luego ha sido muy divertido porque para contrarrestar esa cosa negra del personaje por dentro, por fuera tenía que haber mucha parafernalia, mucho color: esa peluca, esos trajes…

Yo llegaba y me disfrazaba y me moría de la risa. Pedí cantar y bailar, porque el personaje no cantaba ni bailaba. Y más siendo Rafaela Carrá, que era una de mis ídolas. Otra cosa que me encanta de la película es que hay tres mujeres luchadoras, transgresoras, algunas sin ser abanderadas de nada, porque creo que ni ellas mismas saben lo que están denunciando.
¿Creéis que esto ha cambiado y  que hoy en día estos productores ya no tienen cabida?

Natalia Millán: Yo creo que el Me Too ha sido definitivo. Habíamos ido progresando en que dejaran de ser normales esas situaciones, pero el Me Too fue definitivo. Esa primera mujer que se decidió a denunciar es una auténtica heroína, porque además ha recibido muchas críticas. Lo maravilloso ha sido cómo luego se han ido concatenado denuncia tras denuncia. Y ahora mismo un tipo que quiere abusar de poder frente a una mujer se lo va a pensar.  Ahora sí se señala, ya sí se condena.

Durante muchos años esto era lo normal. Hay conductas determinadas que de repente se normalizan. Quizás no tanto como en los 70, pero sí es verdad que contábamos con que un tipo con poder iba a intentar abusar de ti. Y había quien por conseguir ese trabajo decidía pasar por el aro. Y las que no, recibíamos un odio y un despecho tremendo por parte de los hombres. Eras la más maravillosa mientras te seducían y cuando decías que no, pasabas a obtener muestras de desprecio, risas, burlas y un acoso absoluto.

Yo creo que tenemos que tener cuidado y mantener siempre una objetividad. Hay cosas que están mal, que son injustas y porque estén generalizadas, no debemos aceptarlas. Se me ocurre pensar en el nazismo. ¿Cómo es posible que todos los alemanes permitieran que pasara lo que estaba pasando? Yo creo que debemos observar nuestra situación y nuestro momento, ver siempre con ojos muy limpios y muy justos qué es lo que está bien y qué es lo que está mal.

Fernando Tejero: Y por supuesto, no dormirse en ese tema, porque yo pienso que todavía ahora, de alguna manera, sigue existiendo el abuso de poder y la censura. En este momento precisamente, que está todo, no sé cómo llamarlo, tan disperso, donde todo el mundo quiere dar su opinión y darle más valor del que tiene o del que uno mismo cree que tiene.

Y si yo no pienso lo mismo que tú, nos tenemos que arañar. Y eso también es una forma de censurar al de enfrente. Y pones algo en las redes sociales con lo que está pasando y hay que tener cuidado porque te llaman asesino a la primera de cambio. Y con la mujer sigue pasando.

Afortunadamente hemos avanzado muchísimo, pero todavía vivimos en un país machista, homófobo, xenófobo y hay que seguir luchando y seguir llenando la vida de color y de que nos explote el corazón de libertad, de color y de cosas bonitas.

Y dicho todo esto, que parece que estamos hablando de una película muy profunda (risas), yo creo que hemos hecho una película muy bonita.

Por un lado, llega un momento maravilloso. Estamos tan tristes con toda esta cosa que nos está pasando terrible, que irte al cine un rato y salir cantando y bailando es lo más maravilloso que puede pasar. Encima, yo creo que te ríes.

Cuando yo vi Grease tenía 14 años y recuerdo el estreno y cómo me quería quedar acurrucado en la butaca, porque era sesión continua y no te dejaban quedarte. Yo hacía filigranas, me escondía en el baño porque no tenía dinero para verla otra vez. Cuando vi la película de verdad que me sorprendió, no sabía que me iba a gustar tanto la película. Salí del cine como un niño pequeño y dije ¡pero qué película más bonita hemos hecho! La verdad es que estamos muy contentos de que llegue en este momento, en el cual hace falta alegrarnos un poco.
Yo quería preguntaros cuál es vuestro musical favorito. Y a Natalia, que tiene más experiencia en musicales. ¿Qué tiene de diferente este musical de otros en los que hayas trabajado?

El que fue el motor para que yo me dedicara a esto fue un musical muy diferente de este, nada amable y encantador. Un musical duro, All that jazz, de Bob Fosse. De ese salí diciendo: yo quiero aprender a hacer eso. Fíjate que es un musical duro, pero ese lenguaje de Fosse me enamoró. Y sigo enamorada de esa forma de hacer.

Este musical está dentro de ese esquema más típico de una historia amable, sin entrar en grandes profundidades, muy bonita para hacernos pasar un buen momento.

En los musicales en los que he trabajado últimamente, en los que ya he sido protagonista, Cabaret, Chicago, Billy Elliot, tienen una historia poderosa por debajo. Este quizá es más liviano, ¿no? Sin embargo, tiene esa cualidad maravillosa de mostrar algunas situaciones complicadas, como las de censura, y de llevarnos a la risa.

Fernando Tejero: El musical que más he visto es Grease, pero el que más me gusta es Cabaret.


¿Por qué hay tan poca tradición de musical en este país?

Ingrid García-Jonsson: Porque es complicadísimo, hacen falta muchísimos medios para hacerlo. Es el trabajo de una película por tres. Son tres disciplinas, hace falta un equipo humano muy grande, mucho dinero. No estamos en una industria como la de Hollywood en la que uno pueda tirar manteca al techo, como se dice en Argentina. Y apostar por este tipo de cosas es muy arriesgado. De hecho, producir una peli musical parece una locura, y bueno, a veces también se juzgan mucho, ¿no? La gente los tiene como un género menor, cuando en realidad es mucho más complicado.

Nacho Álvarez: Yo creo que tampoco es un tema de dinero. Yo pienso que es una mezcla de todo. Directores que quieran dirigir musicales, tal vez hay pocos. De hecho, cuando yo le propuse a Mariela que quería hacer una película, mi primera película y le dije que era un musical, a ella le encantó porque no todos los días le aparecen directores que quieran dirigir un musical. Los directores quieren hacer cine dramático y contar otra historia.

Yo quería contar realmente una historia musical y pasarla bien y sentía que lo podía hacer, que podía contar una historia a través de las canciones. Y además de Rafaela, porque la amo y me parece que tiene una historia que contar en cada canción. También creo que no se hace porque es difícil, más allá del presupuesto, es complicado. Se necesita un tiempo de producción muy grande.

Es verdad que lo económico pesa. Por ejemplo, un musical se puede hacer con cero bailarines o se puede hacer con 80 bailarines. Nosotros tenemos 75 bailarines, que es un disparate. Yo hubiese querido tener 800, quizás en Hollywood lo pueden hacer, desde el cine español es un poco más difícil. En la peli fue un trabajazo en conjunto con Toni Espinosa, que es el coreógrafo de la película y es un gran tipo con el que nos pudimos entender. Él trabaja en teatro musical y es su primera película como coreógrafo. Hizo las coreografías de Billy Elliot, Matilda, pronto estrena Grease… Conoce a muchos bailarines y fue también el responsable del casting de bailarines. Fue una persona fundamental para poder armar una película musical y sacarla adelante en siete semanas.
Yo quería preguntarte cómo es interpretar a María y ponerte a cantar y a contar esas canciones de Rafaela Carrà.

Ingrid García-Jonsson: Mucha gente me ha dicho: qué bien te lo has pasado, ¿no? ¡Qué divertido todo!

Y la verdad es que hay mucho curro ahí detrás. Sobre todo yo no soy cantante ni bailarina profesional. Y para estar más o menos a la altura de la peli, requería mucha preparación. Por suerte estaba Toni Espinosa, que tiene mucha paciencia y es un bandito, que estuvo conmigo ensayando todos los días seis horas de lunes a domingo. Incluso rodando seguíamos ensayando y practicando.
Quería preguntar a Nacho si has pensado alguna vez en hacer algún proyecto en colaboración con tu hermano.

Nacho Álvarez: No, nunca lo había pensado, de hecho, cuando se me ocurrió hacer una película tampoco le consulté (risas). Simplemente le pregunté si conocía alguna productora en España, porque yo estaba recién aterrizado en Madrid. Y Fede conocía a Mariela, que la había visto justo a principio de año en Los Ángeles y me dijo: mira, es de Uruguay también. Nos copió en un mail y Mariela me respondió en seguida. Me dijo: date una vuelta por la oficina y nos conocemos. Federico hace más cine de terror y thriller psicológico y lo mío es más arcoíris. Somos como el agua y el aceite, pero en el sentido de pensar e imaginar chistes y eso, somos muy parecidos.

Pero no me cierro a nada, el día de mañana tal vez podamos hacer una colaboración. Crecimos en la misma casa y nos gusta el mismo cine, tenemos la misma filmografía favorita los dos. Es cine clásico con el que nuestro padre nos crió.
¿Es más fácil interpretar a un personaje cuando es puramente ficción, que interpretar a un personaje real, que haya existido?

Ingrid García-Jonsson: Yo siempre intento hacer personajes reales, mi referencia siempre son mujeres que veo por la calle, familiares, amigos, amigas,…

Mi hermana es una referencia clara en esta película. Para el personaje también lo son  Marisol y Rafaela. Son tres mujeres muy valientes, las tres con muchísimo arrojo y que nunca se achantan ante nada. Ese espíritu, más que darme peso, lo que me ha dado es ligereza y un impulso para hacer un poco lo que quería.
En la película has colado la homofobia, el acoso a la mujer, el miedo a que la mujer vaya sola por la calle. Es como que dentro de esa comedia de luz y de color, no paras de hacer pensar al espectador.

Nacho Álvarez: Sí, para mí, más allá de hacer una comedia, quería también una comida que hiciera pensar. Ya que iba a ser la primera película que iba a filmar, dije bueno: voy a dirigir una película y la tengo que hacer bien.

Con los guionistas, que son amigos míos, decidimos contar justamente una historia que hablara también en voz alta de temas que están hoy en día en la actualidad vigentes. Porque esto pasa en los años 70, pero pasa a día de hoy. Hace quince días en Francia una mujer no pudo entrar al museo porque iba muy escotada. Y en Francia se levantó un movimiento de denuncia en las redes. 2020, hace quince días.

A veces teníamos miedo de cómo podían tomarse algunos temas que tocábamos en la película.

Por ejemplo, el tema de la homofobia. Hay un chiste en la película, por ejemplo, que no estaba escrito de guion, pero que a Vero Echegui le salió, porque en su cabeza eran los 70. Era así. Entonces, ¿qué vas a juzgar? Vamos a abordar la historia. Si en esa época se decía así… Me planteé muchas veces cortarlo del montaje, pero tampoco me quise autocensurar. O como el personaje de Chimo, que es una persona que no se da cuenta de que eso está mal, en su cabeza está bien.

Bueno, si logramos que alguien piense un segundito y rasque un poco más allá de la comedia, genial. Y tampoco perder el sentido del humor. No puedes contentar a todo el mundo, es imposible. Y más en esta época, la época de Twitter, que pones cualquier cosa y siempre va a haber alguien que se va a ofender.

Lo divertido de hacer ironía es poder reírte. Es verdad que a veces depende de quién viene el chiste. Yo siento que puedo hablar de esas cosas y espero no haber ofendido a nadie.

Ingrid García-Jonsson: Yo creo que es muy inteligente, cómo están abordados todos estos temas con una sonrisa. Es un poco también como Rafaela hacía las cosas, con muy buen espíritu, una sonrisa, dejando las cosas claras, pero tampoco intentando atacar a nadie. Es importante también darle una oportunidad a la gente, que aprenda desde un lugar positivo. Si siempre estamos aleccionando con la regla en la mano, como se hacía precisamente en los 70, nos convertimos todos en Celedonios y lo que hacemos es constreñir y apretar y no está bien apretar.

Nacho Álvarez: Y Rafaela lo hizo, Rafaela hablaba de temas tabús en los años 70. Hablaba de la masturbación femenina, de la homosexualidad,… ¿Por qué si ella lo hizo, nosotros no lo podemos hacer?